Ahora soy tu papá

Lectura bíblica: Romanos 8:14–17
Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Romanos 8:14
Amanda nunca había conocido a su papá. Éste había abandonado a su mamá antes de nacer ella.
La vida con mamá era requetebuena, y por muchos años Amanda no se preocupó porque no tenía papá. Después apareció Mauricio. Empezó a cortejar a la mamá de Amanda cuando Amanda tenía 12 años. Ahora tenía 14, y la pareja se había casado hacía dos meses. Amanda quería a Mauricio como si fuera el padre que nunca tuvo. Siempre había creído que sería demasiado pedirle a Dios un papá, pero Dios se lo había dado. Y Mauricio era increíble. Era bueno, divertido y muy consagrado a Dios.
Aun así, un oscuro temor persistía en un rincón del cerebro de Amanda. Estaba preocupada de que un día también Mauricio la abandonaría. ¿Por qué no? Su verdadero papá lo había hecho. No había nada que obligara a Mauricio a asumir las responsabilidades del padre de Amanda. Podía dejarla cuando quisiera, y ella no podía hacer nada para impedirlo.
Un día Mauricio y la mamá de Amanda la llevaron a cenar y le contaron algo que habían decidido aun antes de contraer matrimonio. Le dijeron que era importante para ellos que Mauricio adoptara legalmente a Amanda. Pensar en esta posibilidad la aterrorizaba y al mismo tiempo la emocionaba. Si él realmente lo hacía, sería legalmente su padre. Por fin tendría un papá de verdad. Pero, ¿qué si él se echaba atrás?
Día tras día Amanda esperaba la noticia de que hubieran finalizado los trámites de la adopción. Un día llegó de la escuela a casa y vio el auto de Mauricio frente a la casa, más temprano que de costumbre. Cuando entró, la esperaban Mauricio y mamá. Mauricio se puso de pie y dijo:
—Hoy llegaron los documentos de adopción, Amanda.
Los ojos se le llenaron de lágrimas al agregar:
—Ahora soy tu papá.
Amanda se le abalanzó para darle un enorme abrazo:
—Gracias por elegirme a mí —dijo en medio de sus propias lágrimas—. Gracias, gracias… papá.
Mauricio había tomado un paso único para demostrar su cariño por Amanda y su deseo de ser su padre, oficializando su relación por medio de la adopción. Cuando Dios nos hace sus hijos, hace lo mismo. Nos adopta. Hace que nuestra relación en su familia sea permanente. Somos sus hijos e hijas para siempre.
Si has aceptado a Jesús como tu Salvador, eres parte de la familia de Dios. Nunca te tienes que preocupar de tu relación con tu Padre celestial. Él nunca te abandonará. Los trámites de los documentos de adopción han finalizado. Él es tu Papá.

PARA DIALOGAR: ¿Cómo te sientes al saber que Dios te ha adoptado permanentemente como parte de su familia?
PARA ORAR: Gracias por escogernos para ser tus hijos, Señor. Gracias por adoptarnos. Gracias porque nunca me abandonarás.
PARA HACER: Cuéntale a un amigo lo magnífico que es ser adoptado como parte de la familia de Dios.