Tienes amigos en lugares muy extraños

Os he llamado amigos… Vosotros no me elegisteis a mí; más bien, yo os elegí a vosotros. Juan 15:1516

Dondequiera que Elena miraba, veía dos tipos de chicos. Había un núcleo pequeño, exclusivo, popular. Y después estaban todos los demás, un montón de perdedores patéticos.
Elena sabía que quería ser parte del núcleo exclusivo, y evitar ser vista jamás con alguien del grupo de excluidos. Tenía miedo de contagiarse de lo patético de los perdedores o de lo que fuera que los hacía perdedores. O que alguien sacara una foto de ella con una barra de perdedores. Elena estaba decidida a evitar a todos los perdedores… y pusilánimes… y debiluchos… y bobos… y asegurarse de que nada arruinara nunca su fama de perfecta excelencia.
Sería maravilloso si los cristianos nunca pensaran en las consecuencias de ser amigos de gente que otros rechazan. Pero con frecuencia nos preocupa que los demás nos desprecien si nos hacemos amigos de los que el grupo exclusivo desprecia. Quizá uno de tus mayores temores es de que te vean con gente marginada.
Creélo o no, Jesús luchó contra la enorme presión de andar con el núcleo exclusivo. Siendo un maestro judío, se suponía que sólo tenía que ser visto en compañía de otros maestros y de gente realmente religiosa.
Un grupo llamado los fariseos estableció reglas especialmente duras acerca de la gente apropiada y la gente inapropiada con quien asociarse. Pero Jesús arrasó con el código de ellos. Comió con los cobradores de impuestos. Tocó a un leproso. Le habló a una mujer samaritana, una prohibición doble porque era extranjera y también mujer. Llegó a conocer todo tipo de gente del grupo de los despreciados. Como resultado, Jesús fue llamado “amigo de publicanos y de pecadores” (Lucas 7:34).
Pero Jesús no le hizo caso al menosprecio de los fariseos. Al final de cuentas, muchos de sus amigos más fieles eran del grupo de los despreciados. Mateo, un aborrecido cobrador de impuestos, fue uno de sus 12 apóstoles. Y María Magdalena, una mujer a quien Jesús había librado de siete demonios, fue una de las pocas que no lo abandonaron durante la crucifixión.
Amar a todos como Dios ordena significa brindar nuestra amistad a los que quizá no son aceptados por los demás. Significa brindar nuestra amistad del modo que Jesús nos brindó la suya. Al final de cuentas, Jesús nos escogió para ser sus amigos; y en realidad no somos perfectos, ¿no es cierto?

PARA DIALOGAR: ¿Qué te costaría ser como Jesús al mostrar tu amistad a personas fuera de tu grupo actual? ¿Cuáles serían las posibles recompensas, para ti y para otros?
PARA ORAR: Pídele a Dios que te ayude a brindar tu amistad a alguien que la necesita, sin importar a qué grupo pertenece.
PARA HACER: Programa una ocasión para juntarte con alguien que por lo general evitas.