Por fin soy libre

Vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu Romanos 8:5–9

Alrika no había creído los rumores de que la gente era secuestrada de sus chozas y llevada a un país desconocido hasta que le sucedió a ella. Encadenada durante meses en lo que parecía como un calabozo dentro del casco de un barco, la jovencita temía que moriría en la esclavitud. Después de sufrir años de crueldad y trabajo forzado, el ejército del Norte de los Estados Unidos tomó la población donde vivía. Ahora un oficial con uniforme azul está de pie frente a ella.
—Ya no estás bajo el control de tu amo —le dice—. Eres libre.
Tema para comentar: ¿Cómo me sentiría si fuera un chico o chica en esclavitud y de pronto fuera puesto en libertad?
No llegaste a tu país encadenado en el casco de un barco negrero, pero quizá sí has estudiado lo que es eso.
Pero todos nosotros, dice la Biblia, hemos vivido un tipo distinto de esclavitud. Nacimos esclavos del pecado. Todos estamos atrapados en el mal del cual no podemos escapar por nuestra propia cuenta. La única manera de poder lograr la libertad es pedirle a Jesús que nos ayude y nos perdone.
Puede ser difícil creer que somos esclavos del pecado. Pero aquí tienes una manera de estar seguro de ello: ¿Has notado alguna vez que es más fácil hacer lo malo que hacer lo bueno? Cuando tus padres encuentran algo roto en la sala, por lo general parece más fácil mentir y decir que no lo rompiste que decir la verdad y admitir que lo hiciste. Es más fácil elegir lo malo porque somos esclavos del pecado.
Pero la gran noticia en Romanos 8 es que Jesús ha cambiado todo eso. Cuando confiamos en él, fuimos liberados de la esclavitud del pecado. Por el poder del Espíritu Santo de Dios que vive en nosotros, ya no tenemos que pecar. Sí, pecaremos de cuando en cuando. Todavía seremos tentados a hacer lo malo. , pecaremos debido a nuestra debilidad. Pero no tenemos que pecar. Podemos elegir que el Espíritu Santo sea el que nos controle —el Espíritu de Dios que vive dentro de nosotros— en lugar de ser controlados por el pecado. Somos libres.
El pecado es más que una mala costumbre. No podemos librarnos de él haciendo una resolución de Año Nuevo. El pecado es una enfermedad que no podemos curar por nuestra propia cuenta.
Dios conocía la solución perfecta a nuestro problema. Necesitábamos un Salvador (Jesús) que muriera por nosotros y un Ayudador (el Espíritu Santo) que viviera dentro de nosotros. Gracias a Dios somos libres del pecado. ¿Sientes agradecimiento por ello?

PARA DIALOGAR: ¿Qué significa ser controlado por el Espíritu Santo? ¿Cómo es tu vida distinta porque el Espíritu Santo está obrando en ti?
PARA ORAR: Señor Jesús, moriste para liberarnos del pecado. Queremos la libertad que das en cada aspecto de nuestra vida.
PARA HACER: Aprende más acerca de lo que significaba para los esclavos ser puestos en libertad. Busca libros sobre la esclavitud en la biblioteca pública.